La primera imprenta de América se puso en funcionamiento en México


Entre las actuales calles de Licenciado Primo de Verdad y Moneda, en el corazón de la Ciudad de México, se ubicó la primera imprenta del continente americano, en la que comenzaron a producirse los primeros folletos, periódicos y libros de América.


¿En dónde se ubicó la primera imprenta de América?


La primera imprenta de América se ubicó en la Ciudad de México, estaba situada en la “Casa de las Campanas”, (una casona que antes fue una fábrica febril donde se realizó la fundición de las campanas de la catedral) sobre las antiguas calles de Santa Teresa y del Arzobispado hoy Licenciado Primo de Verdad y la calle de Moneda, justo a un costado del Palacio Nacional.


La primera imprenta llegó a la Nueva España en el año de 1539, por iniciativa del obispo fray Juan de Zumárraga y el virrey Antonio de Mendoza y Pacheco. Por común acuerdo, el impresor sevillano Juan Cromberger fue el encargado de dirigir la sucursal de prensas en la Nueva España, sin embargo, el nunca piso suelo mexicano y puso como encargado/apoderado de su negocio a Giovanni Paoli, un impresor de origen italiano que fue conocido en México como Juan Pablos. La imprenta tuvo como nombre “Casa de Juan Cromberger”, nombre que conservó hasta el año de 1548.


Con la llegada de Juan Pablos a la Nueva España inició la historia de la imprenta en México, tiempo en que surgen los primeros “incunables” del continente americano.


¿Qué fueron y de qué trataron los primeros ejemplares?


Los primeros materiales que se imprimieron en la Casa de Juan Cromberger fueron folletos y libros destinados a la evangelización y lectura en los conventos. El primer libro que se imprimió fue la Breve y más Compendiosa Doctrina Christiana en Lengua Mexicana y Castellana de Fray Juan de Zumárraga y el primer libro no religioso fue Ordenanzas y compilación de leyes, y posteriormente la Mística teológica de San Buenaventura.

De acuerdo con el historiador Joaquín Icazbalceta, durante el siglo XVI se imprimieron en la Nueva España 116 obras; como el manual de adultos, el Vocabulario de Alonso Molina, la Physica Speculatio; los Diálogos de Cervantes de Salazar; el Missale Romanum, entre otros la Opera Medicinalia.


Con la muerte de Juan Cromberger en el año de 1540, la imprenta de México se vio en el abandono, ya que no contaba con el material necesario para su funcionamiento. Debido a ello, la viuda de Cromberger traspasó el negocio a Juan Pablos, que implementó cambios a la imprenta. Trajo a nuevos impresores que utilizaban los tipos romanos y cursivos en la composición tipográfica, una técnica ya usada en Europa. Arribaron a la Nueva España; Tomé Rico, Juan Muñoz y el impresor Antonio de Espinosa.


Este último, creó la segunda imprenta del país, la cual estuvo situada en el número 2 de la Calle de San Agustín. Su empresa tipográfica destacó frente a la de Juan Pablos, ya que mejoró las condiciones de impresión, así como de las técnicas tipográficas.


El primer libro que se imprimió fue la Grammatica Maturini del Fray Marturino Gilberti.

La Nueva España fue el principal centro de producción de material impreso desde mediados del siglo XVI, gracias al establecimiento de pequeños talleres de imprenta en diferentes partes del país. A lo largo de este siglo se establecieron 11 imprentas, entre las que sobresalen: la de Pedro Balli y la del francés de Rouen Pedro Ocharte.

¿Qué pasó con el edificio de la antigua imprenta?


Actualmente en la antigua “Casa de las Campanas”, se ubica el Centro de Extensión Educativa y Cultural de la Universidad Autónoma Metropolitana, espacio en el que se ofrecen una amplia gama de actividades culturales.


La Casa de la Primera Imprenta forma parte del patrimonio cultural de México, dentro del edificio se encuentran pinturas en los muros realizadas en el siglo XVII y XVIII. En la fachada del inmueble está colocada una placa con la siguiente descripción: “El Virrey Don Antonio de Mendoza estableció aquí el año de 1536. LA PRIMERA IMPRENTA DE AMÉRICA”.


La llegada de la imprenta a América en 1539 marcó un hito en la historia del continente. Este evento, no solo revolucionó la difusión del conocimiento y las ideas, sino que también sentó las bases para el desarrollo cultural, social y político de la región.




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